Lo que el más viejo me enseñó
15-06-25
…después de muerto.
Aunque el mapa ponía otro país,
en realidad estábamos en otro mundo.
Éramos 3 vecinos que ni tan amigos.
Ya empezaba la magia con ese dato.
En una aldea verde, selvática y pantanosa,
nos sentimos maravillados ahí en medio.
Había terrazas de sembradíos y lagunas.
Por las fronteras, lo verde formaba muros
de tupidas enredaderas y lianas colgantes.
Las casas eran de piedra y barro.
No vi algo de cemento o madera.
Solo un niño merodeaba.
Ahora sé que por nosotros.
— Hola. ¿Por qué está vacío el pueblo?
— Ha muerto el viejo más viejo.
El español del niño era forzado.
Nos dijo, además, que hoy se paraba todo.
Como no teníamos mayor información,
los 3 nos miramos con la misma idea:
Marcharnos.
Merodeamos tímidamente más allá,
hasta que escuchamos una banda.
O sea, una verdadera fiesta.
Venían trompetas, cantos, gritos,
platillos, tambores y pisotones.
Había jerarquía de personajes,
rodeando una suerte de arca.
Estampidas en la tierra al ritmo.
Pétalos multicolor al aire.
Doncellas girando y
dragones alabando.
Nos orillamos pecho al suelo los 3.
No queríamos ser vistos.
Un carnaval de color y júbilo pasó
ante nuestras caras de sorpresa total.
¿Cómo esta gente podría venir de fiesta
al pueblo vecino si aquí había un velorio?
Cuando ya el carnaval nos daba la espalda,
el mismo niño detrás nos espiaba a nosotros.
— Oye, ¿Y toda esa gente?
— Es mi pueblo más otras aldeas…
Están despidiendo al anciano.
¿Qué me hará revivir esta experiencia,
aún cuando mi memoria se diluya?
El contraste.
Comprender que cosas de mi mundo
podrían ser de otro modo.
MENTIRAS DOMINICALES
Registro de vivencias que relaciono con prácticas de identificación marcaria.
Da igual si las crees o no.
Así me da más libertad y menos vergüenza contártelas.
Te dejo un email de ejemplo.
Los demás:
CADA DOMINGO EN TU CORREO